sábado, 17 de septiembre de 2011

El adoctrinamiento democrático


En la anterior entrada hablé un poco sobre el concepto de adoctrinamiento democrático, que ha logrado imponer en nuestra sociedad casi un pensamiento único sobre el estado de las cosas. Quizá, la democracia, tal y como hoy en día se representa, no es tan diferente de la tiranía de Pisístrato en Grecia. Aristóteles definió la democracia como el "régimen más moderado", por debajo de la oligarquía y la tiranía. Yo pienso que hoy es tan fanática de sí misma que nos ha logrado convencer a todos de no pensar en otro sistema. Me parece que en los años 70 por lo menos había debate ideológico; hoy, sin embargo, ese debate ya no existe. Nombrar otros sistemas de gobierno como el comunismo ya no se persigue con pena de muerte o aparece en el visionario colectivo como uno de los jinetes del apocalipsis. Es mucho más grave que todo eso. Nombrar hoy en día la doctrina comunista significa ser totalmente desoído, ignorado... hmmm, como definirlo exactamente... desligitimado, es la palabra.

Y yo me pregunto, si la democracia ha sido capaz de ningunear aquel gran pacto histórico que trajo de vuelta a la península a Santiago Carrillo y a todos sus compañeros del Partido Comunista de España (PCE) durante una semana santa del gobierno de Adolfo Suárez, y hoy en día nos habla a cada minuto de unos mercados, de un sistema financiero al que hay que obedecer y de todos esos conceptos tan alejados de los valores humanos positivos, y tan cercanos a lo más ruin y bajo de la decencia en nuestra especie, quiere decir que se ha impuesto ya no solo como sistema de gobierno, sino como sistema de pensamiento.

Ahí es donde realmente se muestra perversa esta democracia. No puedes pensar en contra de ella. Puedes hacerlo, sí, pero los resultados son represivos al 100%, como se ha visto con el Movimiento 15-M. Conspirar contra la democracia no tiene pena de muerte, como sí lo tenía en la época de la dictadura de Franco, pero en nada más que eso difiere. Se perpetúa día a día con la misma caradura con que lo hizo aquel dictador. Cada vez con más poder.

Y claro, si realmente la democracia fuera el poder del pueblo, leches, estaríamos viviendo mejor, con un sistema de bienestar impulsado por el tecnócrata Villar Palasí en el 66 (Seguridad Social), que crecería día a día, en vez de menguar, como está sucediendo.

Si la democracia creciera en esos términos, creo que todos estaríamos locos por votar, locos por afiliarnos a los partidos, por tener voz y voto en el sistema político representativo (y a ver si de una puta vez, por fin, participativo) que mantiene la estructura del estado.

Pero en vez de eso, en vez de aflorar de nosotros un espíritu de renovación, una simpatía hacia nuestros gobernantes, como es el caso de los países nórdicos o de Alemania, país que por lo menos tiene la decencia de ser transparente con sus ciudadanos, cada vez crece la indignación hacia ellos. El señor que nos va a gobernar a partir del 20 de noviembre saca un 4 en la encuesta del CIS. Eso quiere decir que no le aprobamos pero sí le votamos. Bella contradicción. Horroroso crecimiento democrático el nuestro.

Y es aquí donde llega mi parte de crítica y de decepción con esta sociedad. Nosotros somos los culpables de toda esta degeneración, de que un policía le pegue porrazos a una persona en silla de ruedas y en el telediario te digan que anteriormente el inválido le había agredido, de que en 2003 prometieran trabajo y futuro a millones de personas de este mundo, y pocos años después les pidan su carnet de residencia, y si no lo tienen les deporten, como si fueran apestados y la causa de los problemas.

Nosotros tenemos la culpa de lo que ocurre, de ese adoctrinamiento tiránico que es la democracia. Nos hemos dejado convencer de sus bondades y ahora defendemos a muerte las desigualdades prácticas que se llevan a cabo. En vez de apoyar el 15-M muchos dijeron, "Que propongan otro sistema, que digan cómo salir de la crisis, que se presenten a las elecciones". ¿Estamos enfermos? De verdad piensas que un grupo heterogéneo de jóvenes en su mayoría, de apenas 20 o 25 años, puede decirle a todo un país como gobernarse?

Es la tiranía de la democracia, la que debora la autoconciencia y el pensamiento individual, y le dice a mi padre que apoye a los bancos, que vote a Rajoy, que pague los impuestos a los millonarios (IRPF, del cual el Señor Botín solo paga un exigüe 1%), y que apoye a los policías para expulsar la acampada de Sol, llena de vándalos que no apoyan a los mercados, ni a los especuladores, ni a los criminales de las hipotecas (otra vez los bancos), ni a los políticos, ni al sistema.

Eso sucede también con los medios de comunicación, tan libres que es un poema de libertad su modo de trabajo. Cada programa se convierte en un ejemplo de liberalismo, ojo, pero no liberalismo de la persona, sino liberalismo del mercado, que está legitimado para hacer lo que le salga de las pelotas con la vida de las personas, para expulsarlas de sus casas si le viene en gana, imponerles una moneda, una deuda multimillonaria de la que en nada son culpables, etc.

Policía, medios de comunicación, población seriamente adoctrinada... son los soldados de la democracia. Somos todos, efectivamente, somos todos querida democracia. Así te vendiste y así lo has cumplido, pero somos todos, no los que decidimos por nosotros mismos, sino los que apoyamos tus decisiones.

Es decir, tu nos obligas a apoyarlas, porque tú nos salvaste de la dictadura, nos introdujiste en el progreso, nos pusiste en conexión con todo el mundo y nos creaste una vida maravillosa, que hoy demuestra que somos el tercer país a la cola de Europa con menos grado de felicidad y aparecemos en el puesto 48 a nivel mundial.

Esa es la confianza en el progreso, la promesa de felicidad que nos hiciste. Ahí nos engañaste, como en todos tus caramelos que proclambas en aquel panfleto de tapas amarillas, de una categoría moral intachable, hoy material altamente follable y defecable y desechable, en el que se ha convertido la Constitución, en el cual leer vivienda digna o libertad individual, derechos fundamentales, estado de derecho, etc. es una falacia una tras otra que huele mal, pues una banda de corruptos políticos se la han pasado por la raja de su culo tantas veces, que no les quedan páginas para limpiarse tanta mierda.

Nos convidan a votar el 20 de noviembre, mientras en estos días deciden violarnos una vez más como ciudadanos, al negarnos ese bienestar y ese gasto público del cual se comprometió a hacersee cargo la democracia, y que solo era una mentira más. Era mentira que se refirieran a las personas cuando hablaban de esa maravilla de prestaciones del país moderno, sino que se referían a los criminales de la bolsa. Escasos de luces y taquígrafos, los tiranos se ocuparon de cerrarlo todo en una sola noche, como se cerró la llegada de Carrillo en 1977. Pensaron en prometer tantas cosas para que la gente les creyera durante muchos años; mientras, fueron reuniéndose a escondidas de la gente para crear la verdadera democracia. Lo hicieron en el Club Bildenberg, en el Tratado de Maastrich, en el de Amsterdam, de Niza, y finalmente, de Lisboa. Era clave reunirse allí y que el pueblo votara por referendum la maravilla de la Unión Europea, la unión de todos los países en pos del orgasmo de la felicidad.

La realidad, hoy en día, es que lo único a lo que se dedicaron en esos lugares fue a construir una estructura realmente diabólica de sumisión a la economía y a los poderosos y millonarios. No es de estrañar, por tanto, que muchas familias europeas lleven siendo ricas desde hace más de cinco siglos. Siempre ha sido la misma historia, el engaño al pueblo para robarlo y saquearlo sin dejar huellas ni infundir sospechas. Es un asesinato pefecto del que los culpables somos los ciudadanos.

Hoy lo llaman democracia y en otros tiempos de otra manera. Pero al final es siempre lo mismo.

Decía Suárez en el vídeo resumen de la legalización del PCE, que él no era comunista por legalizar el PCE, sino firmemente demócrata. Eso llevan diciéndonos todos los presidentes que han pasado por el edificio que un día tembló por los disparos de un loco con bigote durante más de 30 años.

Todos se declaran profundamente demócratas, cogiéndose por derecho divino el concepto democracia como la idealización de lo que un día se creó tan maravillosamente en la polis de Atenas.

Claro que, no nos cuentan que esa democracia ya era como la nuestra, con una serie de castas y desigualdades que hoy solo han cambiado su nombre. Los tetes eran los mendigos, los zeugitas la clase media, los pentacosiomedimno los ricachones del pueblo y los hippeis los caballeros o nobleza. Estaban medidos por su poder adquisitivo, al igual que nosotros. Hoy están las grandes fortunas, el poder financiero o mercados, los asalariados y al final del todo los desahuciados, los que ni siquiera tienen derecho a tener una casa.

A la vista de todos estos problemas, yo me planteo, ¿Qué sentido tiene ir a ejercer nuestro papel invisible de representantes de la democracia, si ya se representa a sí misma sin ningún problema? Ninguno, por tanto, el 20-N lo más democrático (con el sentido de la palabra que nos venden) que se podria hacer sería quemar todas las papeletas para que ningún tirano más pudiese acceder al poder de esta doctrina dogmática llamada democracia.

Al menos en el siglo XIX en ocasiones ocurrían milagros. Llegaba un anarquista y mataba a un político del turno, o llegaba alguien con valores y desamortizaba todos los bienes de la iglesia y expulsaba a las grandes castas ladronas del país. Hoy eso ya no pasa. El que llega no quita nada a los que ya tienen, sino a los que le votaron.

Titular del 20-N.

La democracia: "He ganado de goleada, seguiré gobernando como lo he hecho hasta ahora, no temáis, inseguros ciudadanos. Prometo mucha estabilidad y seguir adoctrinandoos como lo he hecho hasta el momento".

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