martes, 11 de mayo de 2010

La solución Gasol

Un remanso de paz y sosiego rodea su figura. La confianza en sí mismo y su sangre de horchata imprimen en él esa filosofía Zen que Phil Jackson transmite desde la silla más alta del Staples Center. Dicen que tiene el record de precocidad en asimilar el famoso triángulo mágico que siempre cosechaba la sonrisa y el puro en la boca de Michael Jordan en aquellos maravillosos años 90 en el United Center de Chicago.

Es simplemente Pau Gasol. “E.T.” como lo bautizó Andrés Montes a su llegada a Memphis. Un extraño larguiducho que apenas pesaba 100 kilos para su estructura ósea de 215 centímetros de altitud y 230 centímetros de embergadura, pero que a los 21 años ya dejaba algunas perlas nunca vistas hasta la fecha. Porque muchos lo han intentado clasificar en la ortodoxia del mercadeo numérico durante todos estos años y jamás ha sido posible.

“¿Qué me estás intentando vender? ¿Un crío de 20 años que no sabe donde juega y apenas puede pegarse con cualquier rookie por un rebote?”

Excusas de sus detractores para menospreciar la enorme figura de Pau… hasta que se encontró con el enemigo íntimo dentro de su casa. Fue el viejo Hubbie Brown el que en 2003 condenó al ostracismo del banquillo al jugador de Sant Boi de Llobregat. En Memphis todos intentaban reducir la leyenda, todos opinaban que tan sólo podría ser un “soft player” cualquiera en una liga que no tenía sitio para “caniches”. Aquellas palabras salieron de Eddie Johnson, un analista prestigioso de Hoopshype, referente en la información NBA, que nada ganaba cargando armas contra el jugador español.

Sin embargo, las comparaciones disiparon cualquier duda posteriormente. “Es el mejor fichaje desde James Worthy”, declaró recientemente Kobe Bryant, el mejor jugador de baloncesto del planeta, o por lo menos aquel que resiste de pie una comparación con His Airness.

"Al comienzo de mi carrera no ponía ningún énfasis en los rebotes. Ahora es mi prioridad. Es lo primero que quiero hacer. Después, ya puedo trabajar en ataque. Creo que así debería funcionar este equipo”, afirmaba esta misma semana Gasol al Press Telegram. Y eso es lo importante; su propio orgullo como jugador no le ha dejado influenciarse por opiniones ajenas a su juego. Él sabe que si se centra en diferenciarse del resto, su techo quedará cada vez más alto.

Y es que el problema radica en que no ha existido ningún jugador parecido a Pau Gasol jamás. Es único. Nadie sabe aún si es alero o pívot, si prefiere jugar dentro o fuera, si se siente más cómodo defendiendo o atacando. Simplemente, Pau es un chico que tiene un trote en carrera distinto, parece que siempre está cansado o que se lo toma con desgana, pero cuando alguien decide abrir el boxscore y ver sus estadísticas, unos lustrosos 18.8 puntos, 9 rebotes y 3.2 asistencias acreditan su prestigio en estas últimas diez temporadas, y eso no es pasar desapercibido, precisamente.

Incluso esta campaña ha puesto de su parte para promediar un doble doble de media, y lo ha conseguido elevando a 11.3 los rechaces que recoge cada partido.

Pau tiene una fiera dentro y esta sale cuando estira sus poderosos brazos buscando el balón. Es algo poco plástico, algo hasta antinatural. Cuando Pau encara la canasta rival o defiende, uno piensa que se derrumbará, que se tropezará porque no se puede coordinar algo tan sumamente grande. El resultado siempre es contradictorio. Al final convierte en sencillo el drama del trabajo en la zona, y tampoco le hace ascos al enigma del tiro a media distancia para un siete pies cuando no le queda más remedio.

Todo ello con un dignísimo 53 por ciento en tiros de campo desde que asomara su pelo rubio en las canchas americanas, y sin ser un jugador palomero en el poste bajo.

Es el equilibrio de Lakers. En sus manos tiene repetir anillo de campeón de la NBA, algo que no sucede desde la cooperativa BryantShaq S.A. a principios del 2000.

De su parte no va a quedar. En las dos series disputadas hasta ahora (Thunders y Jazz, esta última aún en juego) le ha puesto dos rebotes más a sus estadísticas promedio y dos milagros en forma de aparición a lo “time crunch” en los últimos momentos; uno para dar la victoria en el sexto de la serie de cuartos frente a los Oklahoma City Thunder con un maravilloso palmeo final, y el otro para puntear, también en el último segundo, el palmeo de Wesley Matthews en este tercero de las semifinales en el Energy Solutions de Utah.

Como ocurriera con la no canasta en esa entrada de Courtney Lee que Pau intentó frenar en el sexto de las finales del año pasado ante Orlando, parece que los milagros acompañan a Pau en los momentos delicados. Algo está ahí para darle la victoria final.

Phoenix espera retador en la antesala de la mayor de las batallas. Todos auguran un ‘Cavs’ versus Lakers por el título. Aún es pronto para pensarlo, pero si está Pau en la cancha, que cuenten con los amarillos.