martes, 23 de marzo de 2010

Run And Gun, algo más que un sistema

En las áridas estepas del sur de los EE.UU. se alza majestuosa una de las siete maravillas naturales del mundo. A 1.600 metros de profundidad se puede echar una mirada hacia arriba y observar la devastación que los agentes externos han horadado a ambas orillas del Río Colorado durante los últimos 2.000 millones de años.



El Gran Cañón es símbolo distintivo de Arizona. Allí se rodó la mítica escena de la película Thelma y Louise en la que las dos fugítivas, representadas por Susan Sarandon y Gena Davis, deciden poner fin a la huida arrojándose por el precipicio con su Ford Thunderbird del 66.

No pocas críticas le valieron a su director, Ridley Scott, este atrevido argumento, pues en la película mostraba la respuesta contundente de las protagonistas ante el intento de violación de Thelma en una carretera secundaria de Arkansas, cuando Louise saca un revolver y mata al hombre que había intentado violar a su amiga.

Premiada con el Óscar al mejor guión original en 1991, esta película le da un giro de tuerca al derecho de defensa propia y posesión de armas en EE.UU. amparado por la segunda enmienda de la Constitución de 1787, pues tal y como está formulada la Ley de Control de Armas de 1968 sólo es necesario ser mayor de edad y rellenar un formulario inscribiendo en él tu huella digital para ser propietario legal de un arma de fuego. Un genial filme que es considerado hoy en día adalid del movimiento feminista, por otra parte.

Pero Arizona no sólo presume del Gran Cañón. En la última década ha engrandecido un poco más su leyenda, como añadiéndole otra prominencia de gran valor simbólico a su historia no demasiado destacada.

Me refiero al trabajo baloncestístico que empezó Mike D’Antoni allá por 2002 en Phoenix, capital de Arizona. Los Suns son, probablemente, el equipo más alegre y vistoso de toda la NBA desde entonces. Su táctica de juego se denomina Run and Gun, es decir, correr y disparar, como en el viejo Oeste, y se ha convertido en el paradigma que representa el estilo deportivo de los EE.UU.

Anarquía, desorden, espectáculo y desconcierto. Son las vigas maestras de un equipo nacido para correr. Steve Nash opera como maestro de ceremonias. De su privilegiado cerebro nacen las jugadas más maravillosas e inesperadas que un aficionado de baloncesto pueda esperar. El canadiense, a sus 36 años aún representa la modernidad y la frescura de comienzos de la pasada década.

Hasta 2004 comandó la nave de Mark Cuban en los Mavs de Dallas. Desde entonces, un hálito de venganza planea sobre Steve cada vez que visita el American Airlines Center. Aún le duele haber quedado en una efímera alternativa al reinado laker entre 2001 y 2003. Probablemente es la única espina que tiene Steve en su carrera.

Fue MVP de la Regular Season durante dos temporadas consecutivas, 2005 y 2006, en su actual franquicia, donde comenzó también sus primeros pasos en la NBA a mediados de los 90.

Esta temporada afronta una de sus últimas oportunidades para alzarse con el NBA World Championship (como denominan los americanos a las series finales de su campeonato). Junto a él destaca Amare Stoudamire, su fiel escudero. El pivot de las gafas protectoras está en uno de sus mejores momentos desde que fuera designado rookie del año en 2003, y es la pieza perfecta para recibir las asistencias del base formado en la Universidad de Santa Clara (California)

Destripando el laboratorio

Los Suns desbordan con su juego toda la filosofía FIBA, como se le denomina al estilo del baloncesto europeo. Si Aleksandr Gomelsky levantara la cabeza no creería que en menos de cinco segundos se pueda resolver un enigma ofensivo que para él requería de seis veces más de tiempo (por lo menos). La URRSS de “El Zorro Plateado” de los 60 era el Pleistoceno del moderno sistema ideado por D’Antonl.

El sistema se apoya, básicamente, en aprovechar casi todas las circunstancias del juego para armar un contragolpe sabiamente estructurado. Como es previsible, toda estrategia bien planificada no puede ser fruto de la improvisación, y en este caso, la herencia que ha recogido en nuestros días Alvin Gentry de aquel primigenio Run ‘N’ Gun puede considerarse un engranaje cuasi perfecto.

El esquema es bastante sencillo. Se trata de ofrecer la línea perimetral de defensa a los posibles “cañoneros” del equipo rival, defendiendo por pares la propia canasta para cerrar con garantías el rebote defensivo, primer mandamiento del Run and Gun. A esta prebenda le gritan los defensores del atosigamiento al lanzador (Jerry Sloan, Pat Riley… los hard coachs de la liga), pero realmente es efectiva si se siguen escrupulosamente los siguientes pasos, lógicamente.

Con la canasta en contra o no, que al final no tiene mucha importancia, ya que las rigurosidad de las mátemáticas es aplastante (ningún equipo suele superar el 42-43% en triples en una noche inspirada), el balón pasará a manos de los Suns. Aquí comienza la gestión alegre y fresca de un ataque de Phoenix.

Nash subirá la bola para buscar una transición rápida sin abusar del control del balón. Esto lo consigue ordenando jugadas donde los aleros huyen de los cortes por la zona, que siempre generan multitud de contactos innecesarios con el rival y mucho cansancio para ser ágiles con el balón. Por tanto, al menos un alero ocupará rápidamente la esquina mientras el otro puede actuar de interconexión con los pívots, piezas fundamentales en este esquema.

Ellos sí tienen la orden clara de rotarse dentro de la zona. Su posición nunca es fija, pero por definición no deben alejarse de la pintura. Esto es resultado de contar con el mejor base de la competición, obviamente.

A partir de ahí, todo depende del genio. Nash buscará la mayoría de las veces romper la zona por el centro para doblar el balón o finalizar con entrada a canasta y bandeja. No es un jugador abusón, y su complicidad con Stoudamire se antoja clave en la mayoría de jugadas. Sobre él vuelca gran parte de sus acciones, pues la explosividad de Amare dentro de la zona es brutal.

Si el rival plantea ayudas al juego del canadiense, Phoenix tiene buenos argumentos exteriores en Jason Richardson y Grant Hill para hacer desistir al contrario de su actitud. Todo esto, desarrollado en muy pocos segundos. Así funciona el laboratorio del Run And Gun.

Muchos equipos frenan este estilo desde el principio plagando el partido de faltas para no caer en el ritmo endiablado de los Suns. Realmente es la estrategia correcta para contrarrestarles. Una presión asfixiante sobre Nash, protegiendo la zona con una defensa mixta 2-1-2 que filtre los pases para Amare ponen en apuros a los de Arizona muchas veces. Aunque esto requiere de un físico en conjunto supremo para poder bajar a defender al ritmo que impone Nash.

Cuando el aro se convierte en una piscina

Al otro lado de la bahía de San Francisco, en Oakland, conviven pacíficamente un grupo de muchachos que jamás aspirarán a ganar nada en la liga. Son el equipo pobre de California, pero no les importa lo más mínimo. Comandados por el jefe de la panda, el autóctono Corey Magette, los Golden State Warriors son la copia fake y exagerada de los Phoenix Suns.

Practican el Run And Gun de una manera anárquica, si es que esto es posible. Todo el orden que cimenta año a año Phoenix, Golden State se lo pasa por… aquel sitio.

Esta noche cierran los cuatro partidos anuales que les enfrentan a ambas escuadras. Las casas de apuestas ya preparan la emboscada del total de puntos que deben anotar entre los dos. Esta vez el acuerdo se cierra en torno a los 240 puntos. Es decir, la gente se jugará la pasta a que el partido va a quedar 120 algo a 120 algo. Es un escándalo, pensarán algunos.

Pero el 132-127 del 26 de diciembre desestima la demanda de agitación social. Estos equipos son capaces de todo. En sus tres partidos de temporada jamás han bajado de 100 puntos, y esta noche no tiene por qué cambiar el guión.

Desde sus casas, los Knicks de Nueva York obsevarán con envidia sana. Ellos también participan habitualmente del banquete del Run And Gun, espoleados a pie de pista por el estrambótico Spike Lee.

Calma, caballeros de la Gran Manzana. Otra ocasión se escribirá también para vosotros.